16.1.08

Fallidos adioses...

Una tarde de esas en las que se hacen cosas que no deben hacerse, nos vimos en un parquecito asediado por edificios tan de clase media que. Y hablábamos de esas cosas muy maduros, nosotros, muy elegantes; respetuosos y refinados como porcelanitas chinas. Pero ella dijo la Palabra Prohibida y se me escapó una lágrima por una grieta...

Así que a apretar las manos, entonces. Enderezar la espalda y levantar el mentón; todo un hombrecito, ya ves.

Hasta que unas manos pequeñas y de una dulzura inesperada en mis mejillas. Y su voz.

- Shhh... shhh... Que se te están llenando de pájaros los ojos...

Esas precisas palabras usó.


Maldición. Cómo no amarla, entonces...