20.2.08

Despedida

Las manos de mi padre
son las de siempre.
El dolor es nuevo;
la cama, el respirador,
el vaso con morfina.
La tristeza es vieja.
La mirada es vieja.
Las manos de mi padre son las de siempre...

Y quieren acariciar ahora
lo que no supieron antes;
se mueven como pájaros
y son grandes
en mis manos débiles.

Y somos sólo
dos hombres solos
(y la luna en la ventana
y el patio con geranios...)

Las manos de mi padre
son las de siempre.

(Recuerdos de un adiós, después de una llamada de Día de Reyes... para C. V., 1950 - 2003)