27.8.09

Censo

Censura uno, cada tanto, el maravilloso nombre de Clarice Lispector y su sombra en el quicio de la puerta. Censura los fantasmas, esas ausencias imperfectas. Censura las alegrías extranjeras, pasadas, fugitivas. Censura las nostalgias por ser Contrarias al Régimen. Censura el dolor de censurarse.