Sasha
Si
mi vida fuera alguna vez juzgada, si mi alma fuera valuada contra una
sola acción, que sea por un gatito blanco y negro que maullaba casi con
vergüenza en un rincón de la Merced, pulgoso, enfermo y más pequeño que
una baraja, y que doce años después se durmió para siempre en el calor de mis
piernas, en su casa, con las caricias de una mano que cumplía la promesa
de no dejarlo solo nunca, nunca.
0 Dijeron:
Publicar un comentario
<< Home